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MEIGAS LAS BRUJAS SABIAS. AUTOR MANUEL CARBALLAL

Madelman visitó el Museo Nacional de Antropología.

diciembre 18, 2021 webmaster

 


El Museo Nacional de Antropología le dedica una exposición en su 50 aniversario 


MADELMAN EL JUEGUETE QUE SEDUJO A FRANCISCO FRANCO 

“Los madelman lo pueden todo”, decía su eslogan. Sedujeron a Franco. Marcaron a varias generaciones, e incluso han sido utilizados como arma psicológica por grupos terroristas y agencias de inteligencia. En su 50 aniversario el Museo Nacional de Antropología les dedica una exposición. Su historia refleja la historia de España en los últimos 50 años. 

1968. El régimen de Franco reprime con mano dura las revueltas estudiantiles que se inician en España, como eco de las protagonizadas por los jóvenes en París, Londres o Praga. ETA se cobra su primera víctima: el guardia civil José Antonio Pardines Arcay. Y Guinea Ecuatorial firma su independencia de España. El Generalísimo Franco necesitaba buenas noticias. Y Massiel gana el Festival de Eurovisión con su “La, la, la”. Manuel Benítez “El Cordobés” se convierte en héroe nacional. Y llegan a las jugueterías de toda España los madelman. 

Exactamente 50 años después, el Museo Nacional de Antropología de Madrid, ha dedicado una exposición monográfica a la historia de los madelman, y su influencia en la sociedad española de los años 60, 70, 80… incluso ahora. Durante meses, la entrada al prestigioso Museo de Antropología aparecía flanqueada por dos enormes estandartes que representaban a dos de las figuras más legendarias de la serie madelman: el buzo y el astronauta. Y en el medio el cartel con el eslogan de la exposición: “Aún lo pueden todo”. Toda una declaración de intenciones. 

Historia de un proyecto “made in spain”. 

En los años 50 Manufacturas Delgado se dedicaba a la producción de objetos de plástico desde su fábrica en la calle Tomás Bretón de Madrid. Convertida en Industrias Plásticas Madel se traslada a San Martín de la Vega, pero en los 60, cuando la fábrica está a punto de quebrar, es adquirida por dos empresarios con mucha experiencia en el sector y una ambiciosa visión de futuro: Francisco Andrés Pascual y Josep María Arnau. 

Arnau, hijo del fundador de la juguetera Exín –responsable de muchos de los juegos que disfrutaron los niños españoles de los 60 en adelante-, acababa de regresar de un viaje a EEUU donde las figuras de acción eran la sensación del momento para los niños americanos. Y esa inspiración puso en marcha el proyecto que salvaría a Madel. Un proyecto que les cayó del cielo… o del Pardo: el Proyecto Atomium, denominado así por la famosa estructura arquitectónica de Bruselas. 

El objetivo de Campos y Arnau era adaptar al mercado español el juguete de moda en EEUU. Una figura de acción en escala 1/10, inspirada en las figuras de acción norteamericanas de escala mayor (1/6); fundamentalmente el famoso Gi Joe de Hasbro (1964), luego rebautizado Action Man (1966) y finalmente Geyperman, que en España se fabricó bajo la licencia de la empresa Geyper (1975). La influencia de los Gi Joe, convertidos ya en superhéroes, en la cultura norteamericana, ha quedado patente en comics, videojuegos y más recientemente películas de Hollywood de alto presupuesto. 

El proyecto español era de menor envergadura. Frente a los 30 centímetros de las figuras 1/6, los 17 cm. de los madelman ganaban sin embargo en detalles, y revolucionaron el mercado del juguete. Más parecidos a las figuras americanas Mego o The Tigers, comercializados por Topper Toys en 1964. 

Su tamaño no sugiere ningún complejo de inferioridad por parte de los españoles. Más bien estaba condicionado por la maquinaria de confección disponible en el momento para tejer la ropa de los muñecos. Trajes de tela cuidados hasta el último detalle e intercambiables, realizados por las costureras de Madel. 

El dibujante Alberto Plaza creó los primeros diseños y el escultor Alfonso Díaz –experto en imágenes religiosas- montó el primer prototipo en madera utilizando las piezas que tenía a mano, como las cuentas de un Rosario. Con ellas diseño Atomium. Un ingenioso sistema de 23 piezas ensambladas hábilmente para dotar a la figura de casi todos los movimientos del cuerpo humano. Nada que ver con los muñecos rígidos anteriores. 

Constatado el éxito de Atomium, se creó el segundo prototipo en resina. Aquellos primeros diseños pueden verse en la exposición del Museo de Antropología. E incluso dos de los moldes originales cedidos para la exposición por Santiago Sánchez. 

En mayo de 1968, mientras estallaban las revueltas estudiantiles en media Europa, los primeros madelman llegaban a las jugueterías españolas. “Más que un amigo, un compañero” y “Los madelman lo pueden todo” fueron sus primeros eslóganes comerciales. 

Los trajes de tela, los cuidados accesorios, la capacidad de articulación… todo en aquel nuevo juguete era innovador. Como el Seat 600, la televisión o la minifalda, reflejos de los cambios que se estaban dando en la España de finales de los 60 que miraba con interés al industrializado mercado capitalista occidental. Y según la prensa de la época, los madelman querían orientar a los niños españoles para encontrar el modelo profesional de su futuro. 

Los negros para servir 

Todos los muñecos protagonistas de la primera serie de madelman en los 60 eran de raza blanca. El diseño de la cara –en todos los modelos la misma- está inspirado, según José Manuel Cortes –propietario de la colección expuesta en el Museo de Antropología- en Roger Moore, el actor que encarnaba al Santo, en la popular serie de TV (1962-1969) también emitida en España a partir de 1964, y que después se convertiría en el agente James Bond 007 más longevo de la saga. Y los modelos, a su vez estaban inspirados en el cine americano que llenaba las pantallas españolas de un modelo a imitar: el marinero (inspirado en el uniforme de la US Navy), el comando (basado en los uniformes del ejército yanqui y armado originalmente con una ametralladora Thompson que solo más tarde se sustituiría por el español Zetme), el infante de marina, el Policía Montado del Canadá, o el cazador (inspirado en la película “Las Minas del Rey Salomón” que fascinó al público español). Pero Madel decidió incluir también, en la serie original, un muñeco de raza negra: el porteador del safari. Un asistente a las órdenes del cazador. Hasta en ese detalle queda patente la situación social del momento. En los años 60, y en el modelo norteamericano, los negros todavía vivían una segregación que les negaba todo protagonismo, incluso en las figuras de acción para los niños. Hoy esa iniciativa se habría considerado racista. 

De alguna manera la primera serie de madelman era un catálogo de profesiones: el mecánico, el buzo, los pilotos, el policía militar… Como le gustaba al Pardo, una fuente de inspiración para futuras vocaciones de los niños españoles tal y como se refleja en los spots comerciales que emitía RTVE a finales de los 60 e incluidos en la exposición del Museo de Antropología. 

Pero Madel incluyó una novedad. Una figura, una vez más inspirada en el cine norteamericano del momento, y que hoy se ha convertido en la pieza más difícil y ambicionada por los coleccionistas. Y es que precisamente en 1968 Stanley Kubrick estrena “2001: una odisea del espacio”, y Madel convierte a uno de sus muñecos en el astronauta Dave Bowman. Una opción profesional, lo quisiera o no el Caudillo, bastante inaccesible para los niños españoles de los 60. 

Adolfo Suárez y las muñecas de la transición 

A principios de los 70, y ante el inesperado éxito de los madelman, aparecen nuevos modelos. La industria del juguete en España crecía y se sofisticaba. Y los madelman compartían expositores con otros juguetes históricos: las muñecas Nancy y Barriguitas, los Scalextrix y el Ibertren, el Exin Castillos y el Cinexin o los Juegos Reunidos Geyper. Todos ellos muy valorados y perseguidos en pleno siglo XXI por los coleccionistas. 

Pero ninguno de ellos podía competir con la imparable evolución de los madelman, que no paraban de innovar. Nuevos diseños y personajes. Ahora el madelman negro ya no se limita al sumiso porteador del safari. Madel lanza una versión del militar de raza negra y en la serie piratas incluye a Jim Black, el pirata negro. 

En esta nueve serie, además, se produce una de las transformaciones más llamativas. Hasta ese momento los madelman carecían de pies, la única tara reseñable del proyecto Atomium, que simplificó el sistema de calzado terminando las piernas en una especie de muñón que se insertaba en las botas. Pero en los setenta una nueva serie de Madelman incluye pies en los muñecos, y botas más anchas para poder calzarlos. Sin embargo el cambio más sintomático es que, junto al madelman clásico, rubio y de rasgos británicos, aparece un nuevo modelo, moreno, y de aspecto mediterráneo, sospechosamente parecido al presidente Alfonso Suarez. De hecho así se conoce entre los coleccionistas: el madelman tipo Suarez. 

Aunque la gran revolución la supuso la aparición del primer madelman mujer: la medelwoman. 

En la España de los años 60, tal y como remarca uno de los paneles de la exposición del Museo de Antropología, en que “las muñecas eran cosa de niñas”, los madelman contribuyeron a romper ese estereotipo tradicional de género. Pero en los 70 Madel fue más allá al sacar al mercado la versión femenina. 

En la España de la transición y la liberación sexual no tenía sentido sacar una madelwoman “ama de casa”, y por eso las primeras chicas madelman se presentaron con seis modelos diferentes tan “guerreras” como sus compañeros masculinos: la pirata, la exploradora del Safari, la princesa india Pluma Rosa, la colona del Oeste, la enfermera militar y más tarde, en la serie Cosmic, la investigadora espacial. En los hogares españoles, por primera vez, los niños y las niñas de una misma familia podían “jugar con muñecas” juntos. 

En los setenta y los ochenta llegaron los primeros vehículos. Coches jeep, canoas indias, helicópteros, Caravanas del oeste, lanzaderas submarinas, balsas piratas… Madel acrecentaba la oferta de los madelman incluyendo los animales de la misión safari, o los caballos de la serie del oeste, y el tipi de los indios. Otra de las piezas raras más buscadas hoy por los coleccionistas. 

Con la serie del oeste se incluyen nuevos diseños de caras y cuerpos. Algunos de ellos usados después en la serie Cosmic. Donde por primera vez aparece un madelman no humano: el extraterrestre “hombre verde” de la serie Cosmic. En la segunda época, por cierto, aparece una nueva versión del astronauta de 2001 Odisea Espacial con la nueva cara inspirada en Adolfo Suarez. Madelman mandó al presidente al espacio… 

Lluis Bargalló, el prestigioso ilustrador y diseñador catalán autor de las ilustraciones de las llamativas cajas de otros juguetes como Scalextric o Ibertren, también fue el ilustrador de las nuevas cajas de los madelman en los años 70 y del diseño de las nuevas cabezas. 

En los 80 y 90 los madelman no dejaron de reinventarse. Aparecieron nuevas series, como los “Madelman 2050” mucho más pequeños y austeros, que pretendían competir con las figuras de menor tamaño, como los Playmobil o Airgamboy, peo que no pudieron competir con ellos. 

Tras el cierre de Madel otras empresas como Altaya y Popular de Juguetes o PDJ sacaron nuevos diseños, nuevas figuras y nuevos accesorios. Todos ellos incluidos en la exposición del Museo de Antropología. Pero los madelman ya no podían competir con la revolución tecnológica y los videojuegos OnLine. 

En octubre de 2002 el diario La Razón recuperó cuatro modelos de la serie madelman de PDJ con la colección exclusiva “Héroes de todos los días” que se comercializaba con el periódico. Pero la historia de los madelman no se quedó ahí. 

En el siglo XXI artistas y diseñadores descubrieron la customización. Los madelman se prestaban, como ninguna otra figura de acción, a ser objeto de nuevos formatos, convirtiéndose en un instrumento didáctico perfecto para la reconstrucción y los dioramas históricos. Y recreaciones de diferentes episodios de la historia, en base a madelmanes customizados, comenzaron a aparecer en portadas de libros, documentales o exposiciones temáticas. E incluso, algunos de los episodios más vergonzantes de la historia del terrorismo y los servicios secretos… (ver recuadro). 

La dimensión didáctica 

Artistas como Manuel León Padial, responsable de varias exposiciones de madelman customizados en Málaga es solo uno de los autores de la colección custodiada por el Museo del Espía. La mayor colección de dioramas y recreaciones históricas en base a los madelman del mundo. Más de 1000 piezas que incluyen vehículos, edificios, aeronaves, etc, que recrean la historia del espionaje, desde la Biblia, hasta la actualidad. 

Los dioramas del Museo del Espía, que según sus responsables “buscan trasmitir la cultura de la inteligencia a todos los públicos”, se expusieron por primera vez en 2014 en Pozuelo de Alarcón. Desde entonces sus exposiciones temáticas itinerantes “Mujeres espía”, “Infiltrados”, “Historia del Espionaje”, etc, han sido exhibidas en varias ciudades españolas. 

Junto con la mayor colección de armas, cámaras, gadgets, documentos y demás piezas históricas originales donadas por agentes de los servicios secretos de todo el mundo (más de 6000 piezas), los diseños de Padial y otros artistas, en base a madelmanes customizados, representan escenas de la guerra fría, la guerra civil, la II Guerra Mundial, o la Guerra de la Independencia de EEUU, reflejando hasta el último detalle de los episodios más importantes de la historia del espionaje. Así como la historia del terrorismo. Desde los atentados anarquistas del siglo XIX, hasta el Estado Islámico. 

Entre las piezas incluidas en la inmensa colección del Museo del Espía se incluyen rarezas, como la figura de Ben Laden, o el “marine secuestrado por Al Qaeda”, que acapararon las portadas internacionales durante “la guerra contra el terror” y que originaron activas operaciones psicológicas de la CIA. 

Con más detalle y movilidad que los tradicionales dioramas con soldados de plomo, las escenas históricas reconstruidas en base a algo tan español como los madelman, fascinan por igual al público infantil del siglo XXI, como a sus padres. Aquellos niños que, a finales de los 60 y principios de los 70, descubrieron un mundo de aventuras inacabables, jugando en la bañera con el madelman submarinista, o escalando las escarpadas cumbres del sofá de sky del salón, con el madelman tropa de montaña…